LOS CUATRO CORONADOS.
"Los manuscritos hablan con abundancia de los «cuatro coronados», a los que se representa como santos patronos de la Orden. «Los cuatro coronados», dice la leyenda dorada, «fueron Severo, Severiano, Corpóforo y Victorino, que, por orden de Diocleciano, fueron azotados con látigos de plomo hasta que murieron. Primero sus nombres eran desconocidos, pero, mucho tiempo después, Dios los reveló. Se decidió entonces que su memoria se honraría con
los nombres de otros cinco mártires, Claudio, Castorio, Sinforiano, Nicostrato y Simpliciano, que sufrieron dos años después de ellos. Ahora bien, estos últimos mártires eran hábiles escultores que, habiéndose negado, ante Diocleciano, a esculpir un ídolo y a hacer sacrificios a los dioses, fueron colocados vivos en cajas de plomo y lanzados al mar hacia el año del Señor 287». La leyenda es embrollada; según un texto del siglo IV, cuatro escultores llamados Claudio, Castorio, Sinforiano y Nicostrato habían aceptado hacer para Diocleciano
estatuas y columnas con capiteles. Cuando el emperador encargó una estatua de Esculapio, se negaron. Hubo, pues, en total, nueve mártires cuyo número fue reducido luego a cuatro. Están representados, especialmente, en una clave de bóveda de la iglesia de Chars, rodeando al cordero místico.
Los masones alemanes fueron los primeros en reconocer a los cuatro coronados como santos patronos. Significaba la universalidad de la francmasonería v esa elección no dejaba de relacionarse con la situación histórica; al igual que los iniciados de la antigüedad habían sido torturados por un emperador cruel, así los masones tal vez tendrían que sufrir, muy pronto, la tiranía de gobernantes que no comprenderían su misión sagrada".
(Christian Jacq).
Obra: La Masonería. Historia e Iniciación.
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