EL SUJETO DEL ARTE.
"NICOLÁS VALOIS, el alquimista, ha dicho: "La ciencia de los filósofos(1) es el conocimiento de la potencia universal de las cosas".
A veces, discípulo mío, en la noche oscura de tu alma, habrás aspirado a una luz inconmensurable que un día lejano e incierto vendría a iluminar tu desamparo.
Has soñado, visión confusa, con alegrías y armonías sobrehumanas y con un poder sin límites.
Junto a las tinieblas y a la sombría tristeza del caos en el que confusamente te debates, has presentido el esplendor.
Y ahora el horizonte de tu vida se empurpura y te deja entrever algo mejor y más perfecto.
Apresúrate a dirigirte hacia ese resplandor todavía incierto. Es la estrella de los magos(2) que se levanta para ti y que va a conducirte, si tu mirada no la abandona, hacia el Amo y Maestro del mundo.
Abandonado a ti mismo te has caracterizado por el desorden de las ideas y de los actos. Medicina para tal desorden es volver a entrar en ti mismo.
Esta vuelta a ti mismo exige un esfuerzo de voluntad continuo y duradero.
El esfuerzo de voluntad continuo y duradero necesita una regla de vida.
La regla de vida comporta una serie de actos espirituales que es preciso que cumplas escrupulosamente.
La primera norma, que resume todas las demás, es el desinterés por los juicios y actos de los hombres.
Envuélvete en la indiferencia como en un manto: ésta es la clave de la vida mágica.
Libérate de las contingencias. Deshazte de cualquier amor a la materia. Enciérrate en tu pensamiento y en tu ciencia. Sé el solitario, el verdadero Monje; constrúyete una morada aislada en tu propio corazón.
Aceptar una vida oscura cuando se está sediento de gloria es el summun de la perfección alquímica. Así, rigurosamente, los santos han realizado la Gran Obra.
El ideal que te has creado es un reino en el que gobiernas como amo soberano, ¿qué más deseas?
Cuando los tronos se derrumban, tú eres rey. Cuando las hierofanías se tambalean, tú eres sacerdote.
Desdeña a la multitud, desdeña al pueblo, desdeña a la masa; huye de los rostros patibularios. Únicamente el ser excepcional es digno de tu interés.
El florecimiento popular no es digno de consideración sino cuando está jerarquizado. Una multitud disciplinada construyó el monumento oculto por excelencia, el monumento que no proyecta sombras: la pirámide. Las multitudes indisciplinadas no han sabido nunca más que gritar y saquear, lo que está al alcance de cualquiera. ¿Deseas mezclarte, simple unidad, con ellas? Renuncia entonces a la Gran Obra: nunca se abrirá para ti la vía del Absoluto.
Es irrisorio querer poseer al mismo tiempo la sabiduría la aprobación popular.
Acuérdate que Lao-Tse ha dicho: "Actuar consiste también en no actuar". Cuando la multitud grita y combate afuera, tú, discípulo mío, vela sobre el atanor de tu alma y no te inmiscuyas en las agitaciones y en las luchas. ¡Ánimo! Si definitivamente no sufres por lo que se piensa y se diga de ti, sin duda ya has progresado en la vía del Absoluto.
La reputación no es nada; únicamente importa el testimonio de la conciencia. ¿Para qué te sirve pasar por santo si no tienes la paz hermética en tu corazón?
Así pues, según la Seda Philosophorum, hay que comenzar la obra cuando el Sol está en Aries y la Luna en Tauro y el Rosario nos aseguran que para obtener la piedra filosofal en toda su estabilidad y firmeza se necesita un año; y Bernardo el Trevisano considera para ello siete días más.
Comprende y medita estas palabras. Esfuérzate por desarrollar las fuerzas latentes que subsisten en ti. Ordena tu vida siguiendo las normas ocultas. Tú eres la materia misma de la Gran Obra: albifícate(3), espiritualízate, purifica tu astralidad, sepárate de las sombras cimmcrianas(4). Pero si prefieres abandonarte al azar de los acontecimientos, entonces llora sin esperanzas: sólo conocerás el fracaso y las desilusiones y nunca entrarás en la asamblea de los filósofos".
(Émile-Jules Grillot de Givry).
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(1) Se da el nombre de filósofos a quienes conocen las operaciones de la naturaleza, cuyos procesos imitan logrando producir cosas más perfectas que ella. Mediante el conocimiento de la naturaleza llegan al conocimiento de su Creador. Afirman que el amor al Creador es el primer paso que conduce a la sabiduría.
(2) Mago equivale a adepto, a filósofo. La enseñanza de los magos es siempre la misma por encima de diferencias culturales e históricas. Consiste en el conocimiento de la naturaleza y de su Creador. A ello pueden reducirse las enseñanzas de los misterios de Isis, de Osíris y de Horus en Egipto, las de Zoroastro, las de los brahmines indios, las de los pitagóricos y los misterios de Eleusis, las de los druidas, etcétera. El conocimiento de la naturaleza permite al mago realizar hechos sorprendentes que se toman por milagros. Cornelio Agrippa dice: "Al mago de Dios, es decir, al ser iluminado por la sabiduría divina, formado por Dios, Él lo conduce con su mano. .." Son los magos buenos, los teurgos, que practican la llamada magia celeste para distinguirla de la magia negra. "Grande es el poder de Satán —continúa Agrippa—; por ello los magos de Satán han realizado obras poderosas. Aunque mantenidos en su esfera dominan sin embargo la ciencia humana y todo lo que concierne a las cosas corporales y transitorias... Una de las magias conduce a los bienes eternos y se sirve de los temporales como acción de gracias. La otra, a quien la eternidad importa poco, se entrega a lo corporal para gozar libremente de todos los deseos y delicias, despreciando asi a Dios y a su cólera." Véase al respecto el libro de Agrippa, La magia de Arbatel, publicado en esta Biblioteca Esotérica.
Comúnmente se da el nombre de "estrella de los magos" a los colores que aparecen en el vaso durante las operaciones de la Gran Obra.
(3) La alfibicación o blanqueamiento consiste en cocer la materia hasta el blanco perfecto. La blancura perfecta indica que se ha conseguido la unión del fijo y el volátil, del macho y la hembra. Los filósofos dicen que la materia de la Gran Obra se blanquea cuando la vida ha vencido a la muerte. La albificación sobreviene después de la putrefacción e indica que la materia ha adquirido un tal grado de fijeza que no puede ser destruida por el fuego; no queda sino continuar el fuego para llevar esta materia al rojo. Los filósofos dicen que cuando se ve la blancura perfecta los libros son ya inútiles. "Blanquead el latón, romped los libros, temed que vuestros corazones sean desgarrados por la inquietud".
(4) Son las tinieblas que se levantan en el vaso filosófico durante la putrefacción.
(2) Mago equivale a adepto, a filósofo. La enseñanza de los magos es siempre la misma por encima de diferencias culturales e históricas. Consiste en el conocimiento de la naturaleza y de su Creador. A ello pueden reducirse las enseñanzas de los misterios de Isis, de Osíris y de Horus en Egipto, las de Zoroastro, las de los brahmines indios, las de los pitagóricos y los misterios de Eleusis, las de los druidas, etcétera. El conocimiento de la naturaleza permite al mago realizar hechos sorprendentes que se toman por milagros. Cornelio Agrippa dice: "Al mago de Dios, es decir, al ser iluminado por la sabiduría divina, formado por Dios, Él lo conduce con su mano. .." Son los magos buenos, los teurgos, que practican la llamada magia celeste para distinguirla de la magia negra. "Grande es el poder de Satán —continúa Agrippa—; por ello los magos de Satán han realizado obras poderosas. Aunque mantenidos en su esfera dominan sin embargo la ciencia humana y todo lo que concierne a las cosas corporales y transitorias... Una de las magias conduce a los bienes eternos y se sirve de los temporales como acción de gracias. La otra, a quien la eternidad importa poco, se entrega a lo corporal para gozar libremente de todos los deseos y delicias, despreciando asi a Dios y a su cólera." Véase al respecto el libro de Agrippa, La magia de Arbatel, publicado en esta Biblioteca Esotérica.
Comúnmente se da el nombre de "estrella de los magos" a los colores que aparecen en el vaso durante las operaciones de la Gran Obra.
(3) La alfibicación o blanqueamiento consiste en cocer la materia hasta el blanco perfecto. La blancura perfecta indica que se ha conseguido la unión del fijo y el volátil, del macho y la hembra. Los filósofos dicen que la materia de la Gran Obra se blanquea cuando la vida ha vencido a la muerte. La albificación sobreviene después de la putrefacción e indica que la materia ha adquirido un tal grado de fijeza que no puede ser destruida por el fuego; no queda sino continuar el fuego para llevar esta materia al rojo. Los filósofos dicen que cuando se ve la blancura perfecta los libros son ya inútiles. "Blanquead el latón, romped los libros, temed que vuestros corazones sean desgarrados por la inquietud".
(4) Son las tinieblas que se levantan en el vaso filosófico durante la putrefacción.
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